jueves, 4 de abril de 2013

Lectura día trece


Paseando en caballo con el duque Stilton Virginia rompe su vestido; vuelve a su casa y entra por la puerta de atrás buscando a su madre, creyendo verla entra en una habitación y se encuentra, en realidad, con el fantasma. 
Virginia está por correr pero decide acercarse y hablar con él, luego de una breve discusión reclamándole que él le había sacado todas las temperas de colores para mantener su mancha Virginia se apiada del fantasma y le pregunta por qué es de ese modo, a lo que el fantasma le explica que eso es lo que debe hacer un fantasma. 
Simón le pide ayuda para poder morir tranquilo: ella debía llorar y rezar por él por que él ya no tenía lágrimas ni fe. 
Virginia acepta, el fantasma le dice que oirá y verá cosas terribles pero que el infierno no puede hacer nada en contra de su pureza y la lleva a una caverna oculta en alguna parte de la mansión. 

VI 
Al percatarse de la ausencia de Virginia la familia emprende una búsqueda sin frutos. Después de cenar, a las 12 de la medianoche, en medio de gritos y luces espeluznantes, Virginia aparece de una grieta de la pared, llevando una cajita de madera llena de joyas que le obsequió el fantasma. 
Les dijo que el fantasma se había arrepentido de sus pecados y que ella había ayudado a liberarse, luego los llevó hasta donde estaba oculto el cadáver y por la ventana de la prisión uno de los gemelos vio que el almendro del patio estaba florecido; Virginia le explico que eso significaba que el fantasma había sido perdonado. 

VII 
Otis le pide al vendedor de la casa que acepte en devolución las joyas de su familiar Simón, pero que permita que Virginia conserve la caja de madera ya que ella la quería y había pedido. 
El inglés niega el pedido y le deja las joyas a Virginia. 
La muchacha nunca contó a nadie lo que sucedió en la cárcel del fantasma, ni siquiera a su esposo, el duque Stilton, pero sí agradecía a Simón el haberle enseñado el valor de la vida, haber conocido la muerte y los motivos por los que el amor es más fuerte que la muerte

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